La innovación indígena en Dominica

¿Puede el big data ayudar a superar los grandes retos planetarios que se ciernen sobre la humanidad?

En la conferencia Hábitat III de octubre de 2016, Naciones Unidas adoptó una Nueva Agenda Urbana que identificaba una amplia gama de objetivos en relación con las necesidades de un exponencial incremento de la población y las amenazas que plantea el cambio climático y que están tratando de alcanzar naciones de todo el mundo. Muchos países se han adherido voluntariamente al logro de esos objetivos, pero otros, como la isla de Dominica, han dado un paso más.

Recuperar y reconstruir ya no es suficiente dados los retos que nos plantean el cambio climático, el agotamiento de recursos y el aumento demográfico. Tras el paso del huracán María en 2017, la pequeña isla de Dominica se está reconstruyendo con el objetivo de convertirse en el primer país del mundo resiliente al clima y 100% sostenible. Los expertos han acudido en masa a la isla a ofrecer su ayuda y asesoramiento para forjar un nuevo futuro. Como uno de esos expertos, he descubierto que hay mucho del pasado de la isla que podemos aprovechar para afrontar ese futuro. Isla Dominica puede revelar el ADN de la resiliencia a través de sus prácticas ancestrales de construcción y la rica tradición cultural de los kalinagos, los primeros habitantes de la isla.

Miranda, depositaria de la historia, los relatos y la mitología, en su casa del Territorio Kalinago, en Dominica, en junio de 2018. Foto © P. Hill
Miranda, depositaria de la historia, los relatos y la mitología, en su casa del Territorio Kalinago, en Dominica, en junio de 2018. Foto © P. Hill

El Territorio Kalinago

La resiliencia ya existe en Dominica, en una parte muy pequeña de la isla donde los primeros pobladores del Caribe, los kalinagos, llevan viviendo desde hace miles de años. El Territorio Kalinago ocupa 1.500 hectáreas y comprende ocho aldeas. Sus aproximadamente 3.500 habitantes, que se cuentan entre los más pobres del hemisferio occidental, están curtidos por una larga historia de catástrofes tanto naturales como provocadas por el hombre. A pesar de su marginación y represión en la historia reciente, su resiliencia les ha permitido sobrevivir a cambios de gobierno, ocupaciones extranjeras, expulsiones de sus tierras y crisis económicas.

En 2017, pese a las alertas tempranas, el huracán María los arrasó como a tantos otros en todo el Caribe. Por primera vez en cientos de años, toda la población de la isla, unas 100.000 personas, tuvo que ser evacuada. Las densas selvas tropicales, en otro tiempo plenas de vida, quedaron devastadas, pueblos enteros resultaron destruidos y las plantaciones desaparecieron casi por completo. Ante tal devastación es difícil entender cómo estas comunidades consiguen reconstruir sus vidas.

A pesar de carecer de refugios propiamente dichos y de que la mayoría de sus construcciones no pasaban de ser chozas endebles, los kalinagos no tuvieron que lamentar ni una sola pérdida humana tras el paso del huracán de categoría 5. En el curso de la historia, han resistido tantos huracanes que su cultura ha incorporado prácticas resilientes en todos los aspectos de su vida: desde qué cultivos son los más seguros hasta dónde y cómo construir sus comunidades.

Dibujo del concepto para el núcleo de resiliencia kalinago destinado a centralizar acciones culturales y la mitología del ciempiés. Foto © Illya Azaroff and + LAB Architect PLLC
Dibujo del concepto para el núcleo de resiliencia kalinago destinado a centralizar acciones culturales y la mitología del ciempiés. Foto © Illya Azaroff and + LAB Architect PLLC

El Territorio Kalinago

La resiliencia ya existe en Dominica, en una parte muy pequeña de la isla donde los primeros pobladores del Caribe, los kalinagos, llevan viviendo desde hace miles de años. El Territorio Kalinago ocupa 1.500 hectáreas y comprende ocho aldeas. Sus aproximadamente 3.500 habitantes, que se cuentan entre los más pobres del hemisferio occidental, están curtidos por una larga historia de catástrofes tanto naturales como provocadas por el hombre. A pesar de su marginación y represión en la historia reciente, su resiliencia les ha permitido sobrevivir a cambios de gobierno, ocupaciones extranjeras, expulsiones de sus tierras y crisis económicas.

En 2017, pese a las alertas tempranas, el huracán María los arrasó como a tantos otros en todo el Caribe. Por primera vez en cientos de años, toda la población de la isla, unas 100.000 personas, tuvo que ser evacuada. Las densas selvas tropicales, en otro tiempo plenas de vida, quedaron devastadas, pueblos enteros resultaron destruidos y las plantaciones desaparecieron casi por completo. Ante tal devastación es difícil entender cómo estas comunidades consiguen reconstruir sus vidas.

A pesar de carecer de refugios propiamente dichos y de que la mayoría de sus construcciones no pasaban de ser chozas endebles, los kalinagos no tuvieron que lamentar ni una sola pérdida humana tras el paso del huracán de categoría 5. En el curso de la historia, han resistido tantos huracanes que su cultura ha incorporado prácticas resilientes en todos los aspectos de su vida: desde qué cultivos son los más seguros hasta dónde y cómo construir sus comunidades.

Las estructuras tradicionales como este karbet en Barana Auté son esenciales para la nueva construcción resiliente del Territorio Kalinago. Foto © Illya Azaroff

Las estructuras tradicionales como este karbet en Barana Auté son esenciales para la nueva construcción resiliente del Territorio Kalinago. Foto © Illya Azaroff

Nuevo plan general para el Territorio Kalinago

El redescubrimiento de estos rasgos históricos de resiliencia han resultado fundamentales para el desarrollo de los nuevos planes generales para el territorio desarrollados por el Kalinago Institute for Resilience and Regeneration (KIRR), fundado por mi equipo junto con destacados expertos y representantes de la comunidad, entre ellos, los miembros del consejo kalinago Nichie Louis Patrick Hill y el doctor Michael McDonald. Su misión es crear un floreciente Territorio Kalinago, una región resiliente y baja en huella de carbono cuyos ciudadanos puedan vivir y prosperar durante generaciones en armonía con la capacidad de carga de sus ecosistemas.

Las etapas iniciales ya están en marcha, entre ellas, la capacitación de los constructores locales y de los talleres comunitarios que identifican las necesidades y aprovechan la innovación autóctona. Un aspecto fundamental del plan general son una serie de centros comunitarios que constan de cuatro áreas: un núcleo central de resiliencia comunitario con características de refugio; viviendas asequibles con huertos comunitarios; un entorno agroforestal vinculado a una economía circular de explotación maderera y de construcción de viviendas y unas infraestructuras ampliables de servicios tales como comunicaciones, transportes, servicios bancarios y de impresión 3D.

Inspirados en el karbet, una tradicional logia comunitaria situada en el centro de cada asentamiento, los nuevos refugios se construyen con árboles locales de madera dura, como el balatá, e incorporan las normativas de construcción contemporáneas para refugios contra huracanes ICC 500 (2014 International Code Council). Las estructuras se construyen con una ruta de carga continua resistente a vientos huracanados, equipadas con pesados sistemas de persianas de madera para proteger el edificio en momentos de peligro, mientras que sus largos elementos de anclaje crean voladizos que proporcionan zonas de sombra.

Este es solo un primer paso de nuestra responsabilidad en apoyo a comunidades marginadas de todo el mundo para que puedan hacer frente a los desafíos del siglo XXI. Comprometernos con las comunidades para construir un futuro mejor es nuestro deber ético y el imperativo de nuestro tiempo. Al reconstruir el Territorio Kalinago, podemos mostrar al mundo cómo la combinación de prácticas tradicionales con las nuevas tecnologías es la base de la auténtica resiliencia. Como bien saben mis amigos kalinago, debemos practicar el koudme; trabajar juntos para salir adelante y reconocer que la clave del futuro está en el pasado.

Imagen principal: Viviendas precarias de la aldea de Salybia, cuyo dosel arbóreo quedó destruido por el huracán María en 2017. Foto © Illya Azaroff